Práctica de la Medicina en Tiempos de Internet

Dr. Luis Miguel Zetina Toache
Cáncer Consultants Guatemala

Inicié mi consulta temprano, como oncólogo clínico que soy, esperaba una mañana complicada por el tipo de enfermedad que enfrento y la necesidad de interactuar adecuadamente con mis pacientes para que se sientan confortables y optimistas, ante noticias no siempre muy agradables.

El primer paciente llegó con cuatro familiares, lo cual, en lo particular, a mí no me molesta, entre ellas, dos de sus jóvenes nietas quienes, preocupadas, me cuestionaron de lo que había revisado la noche anterior en “el internet” sobre el cáncer óseo. Con paciencia traté de explicarles que su abuelito no tenía cáncer óseo, sino eran “siembras a distancia” (metástasis óseas) del cáncer de próstata, que usualmente se presenta de esta forma en etapas avanzadas de la enfermedad.  Ellas quedaron contentas con mi explicación, pero seguro fueron a revisar a internet sobre lo más reciente en cáncer de próstata, lo cual, por supuesto, es comprensible debido a lo preocupante de la situación.

Les aseguro, sin embargo, y estoy seguro que a otros médicos les sucede lo mismo en sus diferentes especialidades, que hay páginas de internet sobre cáncer u otros tópicos médicos tan poco actualizadas e incorrectas en sus conceptos que habría que quemarlas y también a las computadoras para que no pudieran reproducirlas.

La siguiente paciente llegó solo pero bien acompañada con los 100 artículos más recientes sobre cáncer de mama y su tratamiento. El diálogo fue muy fluido y científico, su última pregunta me dejó totalmente sorprendido, ella había revisado todos los puntos de protocolo NSABP B38 ((National Study Adjuvant Breast Protocol B-38)) que yo le sugerí que siguiéramos para tratar de evitar una recaída en su cáncer de mama, diagnosticado recientemente.

Me cuestionó sobre el porqué debía de recibir tratamiento con quimioterapia si en mencionado protocolo no incluía pacientes con las características que ella tenía. “Excelente revisión le mencioné. Afortunadamente nosotros habíamos participado en un protocolo similar en Guatemala y se hizo una enmienda final al mismo para incluir a paciente como ella, información que no había revisado”. Qué suerte tuve de estar perfectamente enterado en este caso en particular. Espero, pensé después, estar tan bien actualizado para responder a tan inteligentes preguntas con otros pacientes.

Terminé la mañana sin olvidarme, por supuesto, de revisar los infaltables “mails”. Las consultas de dos pacientes las contesté rápidamente y como siempre, no olvidé de mencionarles, que mientras más cortos los “emails”, más rápidas serán las respuestas. Otros “mails” incluían revisiones anónimas, pero “expertas en la materia”, de personas que escribían sobre el riesgo de comer azucares, usar desodorantes, la vacuna contra el cáncer, el alacrán azul, la uña de gato, además de revisión sobre cáncer de universidades extranjeras reconocidas, pero sin acreditación del autor o sitio de publicación.  Nuestros pacientes consideran estos datos como verdades absolutas, a veces por encontrarlas en internet y otras veces por estar escritas en inglés y las trasladan a nuestros consultorios y en el peor de los casos a su propio diagnóstico y tratamiento.

Entendemos, por cierto, independientemente si se es médico o no, que se debe ser capaz de comprender que si no somos expertos en determinada materia, debemos entonces consultar primero, con aquellos que sí lo son y están certificados para serlo y no tratar de digerir conocimientos complicados en una sesión nocturna de internet.

Luego por supuesto, no me olvidé de revisar Facebook, Twitter, Linked-In y webpages para no estar fuera de “foco” o ser un “loser”, como dirían mis hijos. ¡Qué tiempos aquellos en que teníamos que preocuparnos más en lo que sabíamos, de estar actualizados constantemente de la forma más científica posible, de datos estadísticos relevantes, de asistir a conferencias locales importantes o a congresos científicos internacionales!!!

Actualmente tenemos que ser capaces de interactuar con la avalancha de datos que circulan libremente en internet, en donde seguramente nuestros pacientes se instruyen, se nutren y luego nos trasladan constantemente sus consultas, a las cuales tenemos que contestar en forma persuasiva e inteligente. Debemos prepararnos de alguna forma para tener la suficiente inteligencia emocional y paciencia científica para aventurarnos a la nueva práctica de la medicina.

Les sugiero a los colegas médicos y de otras especialidades, entonces que, si no es cibernauta aficionado, deberá sumergirse en el mundo de la “cibermedicina” o de las “ciberconsultas” y que trate entonces, como muchos lo hacemos, de mantenerse actualizado las 24 horas del día e interrelacionarse con colegas y pacientes de una forma distinta a lo que para muchos de nosotros los médicos quisiera que fuera lo más importante: la – relación médico paciente-  y lo humano que esto representa. En fin, no nos quejemos tanto… ¡¡ Es el precio del desarrollo!!

 

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